miércoles, 8 de febrero de 2012

Robin Hood. El proscrito


Empezando con lo que he leído en lo que va de año, en el mes de Enero, hago la entrada de Robin Hood. El proscrito de Angus Donald. 

Lo primero que cabe destacar de este libro, que a pesar de que la editorial Edhasa, se autodenomina de narrativa histórica, también podía llamarse en muchos casos de ficción histórica, y no por ello mala o despectiva, sino precisa y consecuente, aunque este debate terminológico y conceptual sobre lo que quieren y lo que dan es más propio que lo hagan ellos.
Así pues nos encontramos ante el gran personaje de Robin Hood, y que ni decir tiene que tenemos esa imagen romántica, sin duda heredada del Romanticismo decimonónico, de un muchacho que roba a los ricos y entrega a mayor gloria de la justicia lo que es propio a los pobres. Aún partiendo de esta visión, el autor nos propone otro Robin Hood, más humano, más venal y más pasional, más próximo en definitiva a los caracteres que a todos nos definen.

Nos vemos en este libro frente a un Robin que más que un bandido que trata de hacer el bien, es un señor feudal expulsado del orden reinante de la Inglaterra del siglo XIII, donde el rey Ricardo I, conocido como Ricardo Corazón de León, está ausente en su lucha con los cruzados y en las que también mantiene con el rey de Francia. Así la Inglaterra de Robin esta gobernada por el principe Juan que será el futuro Juan sin Tierra, que como "nuevo monarca" exprime los derechos sobre los oficios reales entre ellos el de sheriff, los cuales vende a un alto precio, y hace que los sheriff a su vez expriman en impuestos, no todos declarados a la corona, a los campesionos, de hay surge el personaje del sheriff de Nottingham.

Todo la trama es desarrollada y descrita por Alan Dale o como en las historias propias de Robin Hood se llama Alan-a-Dale. Este personaje, es un muchacho cuya única virtud en un principio es la del hurto. Capturado el personaje de Alan por el sheriff y a punto de perder la mano, consigue escapar, y su madre lo lleva a que se una a la banda de Robin. Así comienza el aprendizaje de las habilidades que posteriormente le caracterizan, como son la habilidad de robar, la de cantar y componer poemas, la de asustarse y aún así estar en posición de combatir y la de un amor ferreo hacia Robin y su banda.

En cuanto al argumento es sencillo, Alan en su vejez nos narra el primer episodio de su vida con Robin, como llegó a ser de su banda, como aprendio a combatir, a tocar el laud, como escapó con vida de una emboscada en la granja donde se entrenaban los soldados de Robin, como se enamora de Marian, como se escapa del castillo donde lo toman preso y como lucha en la batalla del bosque de Sherwood, donde los templarios ayudaran a Robin in extremis para ganarla y hacen que Robin se comprometa a luchar con los curzados en Tierra Santa y así sus faltas son perdonas, Robin se casa con Marian y recupera su condado, y nos deja expectantes para la próxima entrega.

El lenguaje que usa Angus es más de crónica periodística que de novela histórica, no es realista pero es rápido y preciso en el cuadro, pero el marco es un desastre. No hay una visión ni dejos real de la sociedad inglesa de la época, no hay un retrato fiel de los forajidos del medievo, no hay un estudio real de la política social del siglo XIII y ni mucho menos es creible. A pesar que se muestra como Robin vive como un señor feudal y actua como tal, no hay ni mucho menos la logística para que esto sea creible, así que se convierte en una ficción y en un descarado intento de novela histórica.

En cuanto a los personajes, a parte del trío principal, Alan- Robin- Marian, nos mete en una atmósfera de una banda en la que no todo esta claro, en cuanto a lealtades y roles, pero que se mantiene unida por el carisma de Robin. Vemos a Little Jhon o al fraile Tuck, además de una variopinta sociedad de paganos druidas que conservan y perseveran en los ritos prerromanos y percristianos que había en la isla en la época de Julio Cesar, todo lo cual descrito con los más grandes tópicos sangrientos y pseudomágicos que la literatura romano- cristiana ha hecho de estos druidas. Además se describe como de pasada la corte de Leonor de Aquitania, por entonces reina madre, y su concepto del amor provenzal o amor cortés y de la corte de juglares que esta dama trajo de sus tierras francas y que llevaba dos siglos en boga.
Aún así los personajes son difusos, contradictorios pero no por intención sino más bien por omisión de un perfil que nos permita ver a una persona y no a un personaje, pero que tienen el brillo de ser archiconocidos por toda las leyendas que hemos oido de los amigos de Robin.

Llegados a este punto el libro es entretenido en parte y en su mayoría aburrido, no hay mucha acción, y la que existe pasa de manera rápida, los amores son algo ñoños y los personajes no evolucionan en su casi 450 páginas. Lo cual hace que no tenga más remedio que leer su segunda entrega a ver si mejora algo de la primera, pero sin muchos entusiasmos ni expectativas.

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